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Demasiada educación

Mi jornada laboral empieza a las nueve de la mañana y normalmente, para conducir en un trayecto en el que tardaría veinte minutos sin tráfico, estoy sentada en el coche mirando las musarañas más de hora y cuarto. Aburridísimo y estresante a la vez. Si estuviese en la casa patria, estas colas largas acarrearían consigo un sinfín de bocinazos, improperios que salen de la boca de los apasionados conductores, ya sea con las ventanillas abiertas o cerradas y frenazos al último segundo.
Pero no, no estoy en la tierra patria, estoy en Massachusetts, tierra de la buena educación y las mejores maneras, con lo cual, colas quilométricas se traducen en un sinfín de pacientes conductores que llegan todos tarde al trabajo pero que aún tienen tiempo para:
- dejar pasar un coche que espera entrar en el carril principal, el carril dónde estás tu atascado
- dejar pasar el coche que tienes en sentido opuesto y que desea girar a tu derecha, sin que éste tenga ninguna preferencia
- dejar pasar transeúntes, no importa si estén cruzando por un paso de peatones o no
- dejar pasar coches de policia, ambulancias o coches de bomberos, incluso poniéndote en el arcén si éste existe y con el coche totalmente parado
- dejar pasar pavos
- dejar pasar ardillas (algunas han sucumbido lastimosamente bajo las ruedas de un conductor despistado, pero muchísimas han provocado frenazos)
- dejar pasar a quién sea y dónde sea
Así es la gente de Massachusetts, amable incluso en situaciones límite como la que acabo de describir. 
Llegamos todos tarde al trabajo, pero da igual, el estrés no entra dentro del vocabulario de la patria de las patrias.
Esta semana yo acababa de aparcar en el parking del supermercado cuando escuché un bocinazo, sonido rarísimo para mi desde que vivo en estas lindes. Y tuve la oportunidad de observar el divino espectáculo que se cernía ante mis ojos:
Un coche hizo caso omiso de su Stop y salió disparado girando hacia la derecha. La mujer que circulaba por el carril tuvo que frenar rápidamente para que no chocasen. Y aquí lo inaudito, lo irreconocible: el conductor del primer coche, el que no había parado, abre la ventanilla y grita: YOU IDIOT!, a lo cual, la conductora del segundo coche, el del bocinazo, le responde con la ventanilla abierta: YOU ASSHOLE! Continuaron ambos coches en el carril, uno detrás del otro, lanzándose improperios a voces y bocinazos eternos, mientras yo los observaba con complacencia. Pues si, resultará que la gente de Massachusetts, al fin y al cabo, también tiene sangre en las venas.




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